En los años 30, a la antigua casona ubicada en la calle de Joaquín Pérez 6, se le conoció como el Palacio Rojo de Tacubaya, seguramente, por su gran salón de fiestas en el que predomina este color. El propietario de entonces, Federico Sánchez Fogarty, reunió aquí en incontables eventos socioculturales, a los artistas e intelectuales que forjaron la estética del México que hoy conocemos. Este anfitrión excéntrico, mecenas y coleccionista, impulsó a los jóvenes pintores y escultores. Fue, también, un visionario al dar a la fotografía su lugar entre las artes plásticas. Siguiendo esta tradición, El Rojo de Tacubaya plantea un espacio abierto a la diversidad del quehacer artístico y cultural. Variado y flexible, el programa de actividades ha crecido de forma orgánica manteniendo un alto estándar de calidad, dando también cabida a artistas emergentes de todas las edades. Los espacios generosos de la casa permiten el desarrollo de un proceso artístico desde su concepción hasta su presentación pública. Esta es una gran ventaja, ya que son pocos los espacios culturales que pueden albergar el trayecto completo, del taller a la galería o del ensayo al teatro.